Las víboras, desde tiempos inmemorables, han sido estigmatizadas como animales peligrosos y claro que hay razones para ello. Uno de los fundamentos más reconocidos es el veneno que inyectan en sus víctimas mediante sus mordeduras. Hasta aquí la lengua no tiene demasiado que ver, pero la gente asoció el accionar general de las serpientes con sus fauces tan temidas, incluyendo la lengua. En todo esto, también colaboró el formato, pues presenta un llamativa bifurcación en su extremo, motivo por el cual se las llama viperinas. Así las cosas, la lengua de una víbora pasó a ser sinónimo de peligro, de algo de lo que hay que cuidarse. Se aplica a las personas dadas a ejercer críticas constantes de los demás, a los chusmas, a los que alimentan sus charlas con la vida de los otros.
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