Usada cuando tenemos dudas acerca del éxito, la certeza o la legalidad de alguna cosa. Su origen puede hallarse en la antigua Roma, en los distintos vericuetos que siempre presenta el Derecho, y más precisamente en los casos que estaban pendientes de averiguaciones previas para poder llevarlos adelante o resolverlos. Esos casos estaban “en tela de juicio”, pero no una tela que pudiésemos vincular con un tejido, ya que esta tela proviene de “telum”, en latín plural de palestra o empalizada (para esta situación imaginemos un cuarto cerrado), donde se archivaban temporalmente los expedientes cuya resolución debía esperar. Más sencillo: casos a los que le faltaban datos para seguir con la investigación; los expedientes correspondientes se archivaban en un sitio llamado telum. Por la ausencia de pruebas, por no estar concluidos, sobre ellos recaían dudas.
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