Usada para denostar a ciertas personas por su escasa capacidad para discernir, razonar o comprender. Se aplica muy comúnmente cuando alguien realiza un acto muy torpe o cuando no es capaz de hacer bien algo muy simple. Todos sabemos que el tamaño de la frente, es decir el espacio que va de las cejas al comienzo del cabello, no es indicador de la inteligencia de un individuo, pero la frase igual recurre a este dato para señalar que, en esa cabeza, no hay espacio suficiente para un cerebro normal. De paso, se trata de otra frase que viene al pelo para justificar o morigerar los efectos de la calvicie.
Deja una respuesta