Frase muy extendida en el vocabulario popular argentino que alude a diferentes circunstancias, tales como cobrar un precio demasiado alto, someter sexualmente a alguien o bien castigar sin piedad. Y justamente es esta última significación la que mejor se acomoda con su origen, pues el dicho se inspira en una actividad campestre muy común, aquella de azuzar con una larga vara, generalmente provista de un aguijón en la punta, a las bestias que tiran carros. El instrumento, llamado vulgarmente pica, estaba armado en base a una larga caña, de ahí la frase. En los años `70 fue prohibida una publicidad en la que una mujer le pedía a su pareja: “Carlos, me bajás la caña”, aludiendo a una botella de la bebida alcohólica denominada de igual forma.
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