Frase de extensa trayectoria en el lenguaje popular que aún mantiene una vigencia llamativa. Se apela a ella para indicar que una situación incluye aspectos positivos y negativos de forma alternada, tal cual como se mezclaron la cal y la arena tradicionalmente para hacer la argamasa destinada a la construcción. Se considera que la cal (peligrosa en el contacto directo para las personas) representa lo malo y la arena lo bueno.
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