Esta expresión, de innegable contenido religioso, apunta que es muy difícil predicar en el propio ámbito de pertenencia, sea éste el pueblo de origen, el lugar de trabajo o la familia. Tal vez por el exceso de confianza o por pura envidia, aquellos que se destacan o brindan buenos ejemplos o consejos entre los suyos, no tienen la suerte de ser escuchados. Como tantas otras sentencias que son terminantes, demasiado tajantes, no sirven para contemplar todos los casos. De tal forma, podríamos dar incontable cantidad de ejemplos que presentan a personas que fueron héroes o, por lo menos, muy tenidos en cuenta en su propio pago. Pero bueno, hay otros que confirman su contenido y de eso estamos hablando o escribiendo. La Biblia pone en boca de Jesús (0-33) las siguientes palabras: “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra” (Lucas 4:24). Aludía a sí mismo, pues muchos pobladores de la zona en la que predicaba no creían que él fuese el enviado de Dios, tal cual como lo había anunciado el profeta Isaías.
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