En tiempos remotos, cuando la falta de sistemas precisos para medir las cantidades y para regir los distintos tipos de industria era notoria, las cubas para contener líquidos se elaboraban una por una. Esta situación provocaba que ningún recipiente fuese exactamente igual a otro y, por consiguiente, la cantidad de agua, vino o cualquier otro líquido era difícil de calcular. Al momento de comprar y vender líquidos, se comenzó a usar esta frase para indicar que la medida del producto comercializado era aproximada, pues nunca se sabía con exactitud. Hoy la usamos para indicar una cantidad cualquiera sin estar completamente seguros, aunque no se trate de líquidos.
Deja un comentario