Significa ir prontamente al encuentro de algo, de manera abrupta. Algunas personas sostienen que se relaciona con la atracción que supone percibir el humo del asado y concurrir rápidamente con la pretensión o la esperanza de obtener un lugar en la mesa, pero lo cierto es que el origen más reconocido poco tiene que ver con la carne a las brasas. Se cree que esta frase nace a partir de la búsqueda de fugados o perseguidos en general, por parte de las fuerzas del orden o por cualquier otro rastreador que tuviera un buen motivo para darles alcance. Uno de los indicios más certeros durante la persecución lo suponía el humo, puesto que su existencia indicaba que el o los perseguidos estaban en ese sitio o hacía muy poco que habían acampado allí. Al ver humo, los perseguidores se dirigían velozmente en esa dirección, es decir, se iban al humo. Hay otra hipótesis. Esta última indica que se podían detectar los perseguidos o los enemigos por el humo que se desprendía de sus armas al ser disparadas, delatando así el lugar de su refugio.
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