Tocar la guitarra es una costumbre muy afincada en América que fue instalada por los europeos, a lo largo de su conquista.
Como el instrumento es de cuerdas, se precisa una habilidad manual notoria y es en ese punto en el que las uñas resultan primordiales para arrancar las notas con efectividad y virtuosismo. Hay veces en que un ejecutante, para obtener los sonidos que pretende, no recurre a sus uñas naturales y en su lugar utiliza una artificial en la mano que se asienta sobre el corazón o la caja de resonancia de la guitarra. En la calle, solemos decir que alguien “no tiene uñas” o que “no le vemos uñas de guitarrero”, cuando no le tenemos fe para alcanzar un objetivo, pues sus condiciones o potencialidades son pobres o escasas. Es verdad que, fieles a la frase, el juicio suele basarse sólo en el aspecto del individuo evaluado.
Deja una respuesta