Sentencia que presenta al ser humano desde su peor faceta, pues lo expone a partir de su ambición y de su debilidad, señalando que es capaz de hacer cualquier cosa a cambio de una suma determinada de dinero. Cuesta aceptar la contundencia de la frase, pues conocemos a muchos hombres (y mujeres) que no dejan de lado su integridad por intereses económicos. Se dice que su autor fue el británico Robert Walpole (1676-1745), quien fuese representante en la Cámara de los Comunes, Ministro de Hacienda y también Primer Ministro. Otras fuentes le adjudican la expresión al Duque de Otranto, el francés Joseph Fouché (1759-1820), quien habría dicho: “Todo hombre tiene su precio, sólo hace falta saber cuál es”.
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