Frase que podemos tildar de clásica, por su antigüedad y por lo difundida que está entre todos los estratos de la población. Se usa cuando tomamos alguna precaución antes o después de hacer algo, para evitar posibles consecuencias no deseadas, aunque dichas medidas no resulten necesarias a primera vista. Su origen se vincula con la idea de proteger los alimentos, ya que en viejas épocas, en las que los métodos de conservación no eran muchos, se los cubría para evitar que las moscas se posaran sobre ellos.
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