Se trata de una expresión por demás ilustrativa y muy contundente. Alguien puede haber llegado a un nivel absoluto de pobreza, por deficiencias propias, por haber sido perjudicado por terceros, por cuestiones azarosas, por distintas situaciones de la vida, pero “no tener dónde caerse muerto” supone una circunstancia extrema si las hay. Quien ha legado hasta allí, literalmente, no es dueño ni siquiera de un pequeño sitio en el que pueda arrojarse a morir, pues su indigencia es tan grande que ha perdido hasta el derecho de ocupar un lugar donde depositar su osamenta luego de morir. Por suerte para los dueños de los cementerios parque hay muchos que no atraviesan una situación tan lamentable.
Deja una respuesta