Expresión casi proverbial, motivo por el cual entraña o declama una moraleja. Aplicada a las personas de mal proceder o sentir que, al parecer, nunca dejan de tener presencia en nuestro entorno. Al usar la hierba mala como ejemplo de perdurabilidad entendemos que aquellas hierbas más rústicas pueden resultar, además, muy resistentes. Esta frase suele pronunciarse, en tono burlón, cuando vemos a una persona después de mucho tiempo. Dicha sentencia no guarda relación coherente con otra frase famosa, aquella que indica que “quien mal anda, mal acaba”, puesto que no sería aplicable a las personas consideradas malas hierbas.
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