Esta frase suele decirse para indicarle a otro que uno va esperar, pacientemente, sin desesperación, el desenlace de algún acontecimiento, se trate de una cuestión trivial o que revista seriedad. El que profiere el dicho puede fumar o no, es algo metafórico. Se considera que su extracción es arrabalera, propia de la época de los taitas de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Fuerte impulso recibió la expresión cuando, en 1922, se presentó el tango llamado Fumando Espero, convirtiéndose en un éxito. Su letra, obra de Félix Garzo, cuenta la historia de una mujer que, fumando, espera a su amado placenteramente. La música de aquel tema fue compuesta por el español Juan Viladomat Masanas (1885-1940). Su versión más aclamada tuvo lugar cuando lo grabó Ignacio Corsini (1891-1967), italiano radicado en Argentina.
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