Es común escuchar que alguien mencione esta frase cuando se está en presencia de un individuo de aspecto escuálido. Se trata de una alusión directa al sujeto presente o bien de un comentario para describir la fisonomía de alguien que no está. Como sea, siempre se indica que aquella persona está muy flaca, por ausencia de dinero, enfermedad o malas prácticas alimenticias. La expresión incluye y se basa en una sinécdoque, un recurso expresivo que permite tomar una parte (en este caso la olla) como símbolo de un todo (en este caso la comida). Seguramente, el sujeto posee ollas en su casa, pero la frase no apunta al equipamiento de su cocina, sino a su apariencia física. Vale añadir que aunque no esté mal alimentado, se lo juzga por su aspecto.
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