Un fallo salomónico es aquella decisión a la que se recurre para, de manera tajante, solucionar un problema o dirimir un conflicto entre partes. Puede no dejar satisfechos a los litigantes, pero el caso se resuelve. Se trata de un epónimo, pues el adjetivo deriva del nombre del famoso personaje bíblico Salomón, hijo de David y rey de los judíos (966-926 AC), durante el esplendor de la cultura hebrea. Se lo consideraba un sabio, aunque sus decisiones serían hoy muy discutidas. A modo de ejemplo, puede contarse un caso en el que Salomón ordenó partir a un niño en dos mitades, para poner fin a una pelea entre dos mujeres que lo reclamaban en calidad de madres.
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