Al exclamarla se brinda un pequeño homenaje al hogar, suponiendo que en ningún otro sitio uno puede estar mejor. Claro que también se puede usar con una carga de ironía, cuando parece que la vida en cualquier casa es mejor que en la nuestra. Estas palabras fueron extraídas de una canción perteneciente a una obra teatral del norteamericano John Howard Payne, estrenada en Londres en 1823. El texto ampliado expresaba: “Por más que crucemos la tierra y el mar, siempre extrañaremos tan bello lugar: ¡Hogar, dulce hogar”. Hoy se mantiene viva no sólo en el lenguaje popular, ya que habitualmente puede ser leída en felpudos o en cartelitos de ornamentación casera, tanto en español como en inglés: “Home, sweet home”.
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