Justificación bastante absurda (seguramente ideada por alguno que no fue favorecido por la madre naturaleza) que le pasa toda la responsabilidad o la presión a la mujer acerca de cuestiones estéticas. Al tenor de la frase, la mujer es la única que se ve obligada a ser o a lucir bella. El hombre queda a salvo de esos problemas y de los menesteres que involucra (aspecto cada menos aceptado, por los propios hombres y en particular por los denominados metrosexuales); de tal forma, sólo debe preocuparse por ostentar otros atributos, tales como la fuerza, la valentía y, en el mejor de los casos, la inteligencia. El asunto se torna muy complicado cuando el varón no sólo no es lindo, sino que además no reúne ninguna de las otras cualidades. En fin, como para terminar de analizar una frase bastante ridícula, podemos agregar que para evaluar la belleza de un oso, jamás se tuvo en cuenta qué tan feo era. Sí… ya sé, sólo se trata de una rima.
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